Entonces, ¿qué pasa cuando lo dejas demasiado tiempo? Toda esa comida y grasa realmente se queda pegada allí, y cada vez que usa la estufa después de eso, simplemente se quema y se vuelve aún más imposible de quitar. Cuando todo el esfuerzo y el limpiador del mundo simplemente no parecen ayudar, use este truco útil en su lugar para ahorrarse algo de frustración, tiempo y maldiciones ante un objeto inanimado.
Todo lo que necesita hacer es colocar la rejilla de la estufa en una bolsa Ziploc grande, poner un poco de amoníaco en una botella rociadora y rociar generosamente la rejilla. Selle la bolsa y muévala un poco para que el amoníaco llegue a todas partes. Luego, simplemente colóquelo boca abajo y olvídese de él hasta la mañana siguiente. Cuando lo saque al día siguiente, se sorprenderá al ver el poco esfuerzo que necesita para quitar esa materia negra; unas cuantas toallitas aquí y allá y su rejilla se verá como nueva.
Tome nota: cuando el amoníaco entra en contacto con el oxígeno, se convierte en un gas que puede ser muy dañino cuando se inhala; manténgase a salvo usando guantes de goma y haciendo la pulverización al aire libre o en un área adecuadamente ventilada. Y asegúrese de que la bolsa Ziploc esté bien sellada para que el gas no se escape.
Tutorial de DIY Super Mom Youtuber.